La vida está llena de experiencias, cada una deja un aprendizaje significativo, ser voluntario es una oportunidad para ver la vida desde otra perspectiva, desde la perspectiva de la comunidad a donde llegas, desde la perspectiva del compartir, desde la perspectiva de la interculturalidad y desde la perspectiva de una ONG. Perspectivas que transforman tu proyecto de vida.
Llegar a un país que no conoces, tener la gallardía de asumir retos y cumplir logros tal vez no sea difícil cuando tu vida ha estado llena de ellos, nacer en Latinoamérica y ser parte de una familia la cual ha tenido que trabajar para cumplir el reto de educar a un hijo, algo que todas las familias latinoamericanas deben celebrar, porque el poder terminar los estudios en nuestro país y en nuestro continente, es un logro que no muchos alcanza… Así se ve reflejado en cifras, pues la tasa de deserción escolar cada día aumenta y aún más en tiempos de Covid-19, por ejemplo la UNICEF estableció que Entre 2015 y 2016, la tasa de deserción intra-anual de educación preescolar, básica y media aumentó de 3,26% (2015) a 3,74% (2016) de niños y niñas que desertaron del sistema educativo en el 2020, y la dificultad del acceso a la educación superior es permanente, de manera que el interés por estudiar y por buscar otras oportunidades laborales a veces no son prioridad para niños, niñas, jóvenes y adolescentes que deben priorizar el alimento, el vestuario y la vivienda.
La realidad de un espacio que consideras tu casa, tu barrio, tu ciudad, tu país, no es tan diferente como la de muchos niños, niñas, jóvenes y adolescentes que están en Chile, lugar donde realicé mi voluntariado, país del cual no conocía mucho y tal vez era solo un país más que se dibuja para cualquier adolescente en un mapamundi. Pero descubrí que es el país que tiene el mayor número de población con Síndrome de Down del continente Americano, tema de mi interés porque soy profesional formado en Educación Especial, con dos primos con retraso en el desarrollo a causa de una ataxia cerebelosa genética, de manera que poder aportar desde la educación a la población con discapacidad, en Chile, con América Solidaria y el socio territorial Síndrome de Down, ha sido para mí una gran satisfacción y una motivación, entre tanto desastre que se vivimos Latinoamérica.
Compartir la casa con un Fisioterapeuta Haitiano (Mackendy Hercule), una psicóloga Argentina, (Jazmín Rivero) dos mujeres Uruguayas (Veronica Benitez y Noelia), un psicólogo Peruano (Jose Olvea), dos emprendedoras peruanas (Byaneth Bacilio y Shirly Ponce), y cuatro Colombianas (Alba Lucia Roldan, Carolina Zamudio, Angela Saldaña y Diana Chicuasuque) fue algo que no imaginé, pero que el voluntariado me brindó.
Sé que Haití sufrió una catástrofe en el 2010 y conocí por las noticias escritas y televisivas lo que allí sucedía, pero conocer a un profesional fisioterapeuta que habla tres idiomas, que se apasiona por la discapacidad de la misma manera que yo y que lleva a Haití en todo lo que es, fue algo que rompió esquemas, una persona que al igual que yo tiene mil anhelos de progresar pero, que a la vez tiene mil desequilibrios emocionales por las circunstancias que nos muestra nuestra realidad y la de nuestras familias, sin embargo persiste el amor y la voluntad de aportar a las personas con discapacidad y a sus familias, es maravilloso. Compartimos habitación con él y con José de Perú, las risas y las anécdotas de la vida innumerables, nuevamente la vida me sorprende y me llena de una experiencia imborrable y de amistades inquebrantables.
Los retos para la humanidad son gigantescos y estar en un voluntariado es un paso hermoso el cual todos los seres humanos podemos realizar, cada persona tiene la oportunidad de conocer la interculturalidad, para conocer la necesidad del otro, sin importar género, color de piel o nacionalidad, somos seres humanos con más ganas de aportar a una vida que agrade y enorgullezca. Todos y todas nos alegramos al ver un niño sonriendo por un aprendizaje nuevo, por un compartir en la escuela, por jóvenes mostrando sus habilidades y brindándolas a la sociedad, construyendo países llenos de esperanza y con calidad de vida, no es un sueño es una realidad que en otros continentes y que otros seres humanos tienen, aquí en Colombia y en América se puede vivir como queremos.
Al regresar del voluntariado en el año 2017, vi nuevamente mi país pero desde otra perspectiva, desde aportar como Colombiano a todo lo que somos y podemos ser, es por esto que junto con América Solidaria, una vez regresé de mi año de misión en Chile, he estado involucrado en el proceso de la red de Voluntarios retornados en post- misión, un conjunto de voluntarias/os colombianos que estuvimos en algún lugar de Latinoamérica, desarrollando nuestro voluntariado y que hoy día queremos seguir aportando a la niñez de nuestro país de una u otra manera, fortalecer la red y aportar al fortalecimiento de las estrategias de América Solidaria desde nuestro accionar.
La red de voluntarios cada día crece más, ya somos aproximadamente 32 retornados voluntarios. Con el apoyo de América Solidaria Colombia podemos generar acciones que nos unan y que potencie este lazo de fraternidad con miras a aportar y mejorar la construcción de un País mejor.
Por: Juan Carlos Ruíz
Representante de los voluntarios retornados
Post Misión de América Solidaria Colombia