Sofía Moreira, voluntaria juvenil AS: “La edad no es impedimento para tener opinión”

Sofía Moreira tiene 17 años, nació en Tala, departamento de Canelones, Uruguay. Desde muy pequeña manifestó su curiosidad por conocer el mundo a través de la educación y el interés por generar un cambio positivo en el entorno.

“Siempre he sentido esta inquietud, esto que me motiva a querer hacer cosas, por mi y por los demás”, cuenta entusiasmada mientras se prepara para contarnos su experiencia como voluntaria juvenil de América Solidaria Uruguay. 

Conoció la organización casi por casualidad, durante el 2019. En Tala, las personas suelen relacionarse con frecuencia, porque es una ciudad pequeña con muchas áreas verdes para compartir.

En su establecimiento educacional, el Liceo José Alonso y Trelles, conoció la historia de un estudiante que logró desarrollar un gran proyecto social, para ayudar personas inmigrantes en situación de pobreza. Fue tal su impresión por el impacto positivo del proyecto, que decidió acercarse para solicitar más información.

Así, ingresó a América Solidaria a través del programa Concausa, representando el proyecto Rompiendo Fronteras.  “De niña, solía ver en películas a voluntarios que dedicaban su vida a las causas sociales. Y pensé: esta es mi oportunidad”, agrega.

Allí, vivió por primera vez la experiencia de compartir con otros voluntarios y comenzó a articular, junto a sus compañeros y compañeras, los primeros proyectos para apoyar al desarrollo de su comunidad.

Tras la llegada a la organización, cuenta, sus perspectivas sobre el entorno y su posición en la sociedad cambiaron drásticamente.

“Pensé, ¿por qué no hacerlo? Si estas personas están trabajando para conseguir un cambio, y eso es lo que yo también quiero conseguir, ¿por qué no aportar desde mi posición?”, comenta, describiendo lo que pensaba en aquellos primeros días como agente de cambio.

“Si lo quiero, es posible. Y si los demás también lo quieren, entonces ya es un hecho”, afirma.

Transformando realidades

A través de la implementación de proyectos sociales en su comunidad, experimentó desde cerca la transformación de su entorno mediante las acciones que realizaba junto a sus compañeros y compañeras de voluntariado.

“Se tiende a pensar que cambiar las cosas es algo difícil, sin embargo no es tan así. He aprendido que la edad no es un impedimento para tener una opinión, defenderla y ejercerla. Y ese mensaje, esa convicción, la hemos llevado hacia las comunidades. Hemos visto cómo, en ocasiones, sólo basta con creer en los sueños de los niños, niñas y adolescentes para poder encaminarlos a su realización. Es mi compromiso y el de toda la gente que conforma el voluntariado”, asegura.

Posteriormente, se mudó a Toledo, Canelones, muy cerca de la capital, Montevideo. Desde allí, decidió continuar como voluntaria permanente de América Solidaria, con el fin de desarrollarse tanto personal como profesionalmente.

“Sueño con dedicarme a la pedagogía, o la psicología. Aprendí en la fundación que la educación es fundamental en las etapas de formación, para abrir puertas. Quiero poder ayudar a otros a abrirlas”, afirma.

Y es que para Sofía, involucrarse y participar en su comunidad ha significado un impacto importante para su autoestima y su percepción respecto a sus capacidades. “Se genera un espacio de diálogo, en el que pienso: ¡Oh! Realmente mis opiniones generan un impacto. Lo que tengo para decir es importante, y nadie me está limitando”, cuenta emocionada tras comentar que, “dentro de la organización, cada voluntario y cada idea cuentan”.

Mirando hacia el futuro, Sofía sueña con continuar entregando lo mejor de sí y seguir siendo parte de la transformación de su entorno, pero esta vez como profesional. “Me encantaría poder sumarme como profesional voluntaria, y quizás visitar otros países. Siento que no hay pérdida, jamás pierdo nada. Me ayuda a transformar lo que ya hay en mi, y en los demás. Si esto tiene un fin tan lindo, ¿por qué no ayudar a conseguirlo?”. 

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